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PEREGRINAJE DE INVIERNO
AL MONTE DEL TEMPLO

Ahí, querida, ves el Monte

blanco y temblando? Es un tipo distinto de invierno,

un largo invierno, un invierno artificial, cruel,

esporas de nuestros labios como copos de nieve,

son nuestras narrativas – se asentan, como el moho se difunden

sobre la fuente, ese olivo y cada rostro impasible. El Monte

 

en verdad

es nada más que un grano de arena

envuelto en estratos geopolíticos, era encima de era,

capas de nomenclatura, credo encima de credo,

contratos de una sola palabra vinculando cada grano

a noventa y nueve distintos dueños.

 

Mira atrás, el camino – un camino blanco, andamos

sobre cuentos, un camino temblando, una trama,

estámos haciendo el amor sobre hojas

de hierba cubiertas de mitos al lado de la hoguera.

Cuando has terminado de enseñar a las estrellas

mi nombre, querida, cuando hemos terminado,

 

echemos nuestras lenguas al fuego, inspiremos

la chispa de una última leyenda que difundiría

lo despalabrado quemando como un grito recién nacido

de aquí a la fuente, a los árboles que balbucean, a

cada raza que hiberna

hasta que la Tierra sea limpiada de todos sus nombres.

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